miércoles, 18 de septiembre de 2013

UNA SIMPLE ILUSIÓN

Una simple ilusión, a qué me refiero, sino al amor, la patética mentira que aprendemos a sobrellevar, la felicidad que nos miente, la emoción que nos aprisiona y envuelve.

Una ilusión, una mentira nada mas, promesas sin cumplir, palabras escritas, dichas al aire desde el corazón, que me parten el alma por el abandono de tu amor.

¿Amor? No existe más para mí, te llevaste mi alma, tan solo para pisotearla, me has dejado vacía, ya no puedo sentir, ni siquiera el dolor que me causa la desilusión de tu desamor.

Vacía, dura como una roca, fría como un hielo, ¿Dónde está mi vida en rosa? devuélveme mi ¡vida!, Vida,  Devuélvela ¡ya!
¿Y para que la quiero? ¿Para qué otro se la lleve y me lastime más?

Mejor quédate con ella, que no te queda de más, pues alguien o tú mismo te lastimaras, mientras yo, insensible sobreviviré con mi frialdad, ante la indiferencia.

De aquellos sueños rotos que tiraste ante mis ojos, sin piedad, o sin querer y que más puede importar, si lo roto no pega ni se enmienda con hilo rojo, mucho menos con recuerdos tontos.

Mentira tras mentira, palabra tras palabra, una promesa y nada más, castillos dibujados, paraísos flotando, que un para siempre y un nosotros no volverá ni aunque del Olimpo bajase Cupido.

Decir que te odio, es decir que TE AMO aun mas, mejor dejo brotar mi indiferencia, ante tu inolvidable esencia, y tu presencia que no me deja continuar, mucho menos respirar.

Y lo siento más por los que están, amándome y esperando sin saber, que mi corazón ha dejado de palpitar, que un TE AMO no volverá a escapar de mis labios.

Pues a una persona se lo dije con el alma y de verdad, y este a mis sueños destrozo, deteniendo mi corazón, y para el día de hoy, en el amor mas ya no creo yo.

Adiós vida mía, que ya solo queda el recuerdo, de los bellos momentos y, de los malos que estos nos trajeron, no te odiare y eso lo sé, pero perdonarte jamás podré.

Adiós alma mía, vete y cuida de la suya y, venga el dolor de este mal amor que nos separo, pero trata de no lastimarlo demasiado, y principalmente no lo abandones en medio de su soledad.


Sagrario de Carlo

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