lunes, 25 de noviembre de 2013

APRENDÍ A NO SENTIR


Aprendí a no sentir lástima por la inferioridad
Dejando de lado lo sublime de la inocencia
Pase a la indiferencia de un mundo abstracto
Lejano de la felicidad de un sueño
Un sueño del que hace tiempo desperté

Sin aviso oportuno o la opción de otro sueño nocturno
Abrí los ojos que jamás mantuve cerrados
Sin lagrimas ni sonrisas igual de fría como una Monalisa
He perdido la esperanza
Por tanto esperar no esperar volver a nada

Mas he olvidado cual sea una añoranza viva en mí
Mi pensamiento, mi espíritu sin sentido, mi alma
Tan llena de cicatrices por las heridas del destino
Ha endurecido la superficie
Ahogada en su propio río de lágrimas incoloras

Superficie que ha formado cayó sin cavidad porosa
Acumulando células muertas para soportar
Hasta el más duro camino que por añadidura encontrará
Sin lastimar el suave y delicado interior
Que aunque poca vida conserva, la mantiene con fervor

Aprendí a no sentir lástima por la inferioridad
De un ser imperfecto o defectuoso
Cautivador ante la sorpresa que causa al prójimo bisoño
He roto el espejo donde hallo mi reflejo
Subordinado fulgor cuya compasión aprendí a no sentir…

Sagrario de Carlo




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