Aprendí a no sentir
lástima por la inferioridad
Dejando de lado lo sublime
de la inocencia
Pase a la indiferencia de
un mundo abstracto
Lejano de la felicidad de
un sueño
Un sueño del que hace
tiempo desperté
Sin aviso oportuno o la
opción de otro sueño nocturno
Abrí los ojos que jamás
mantuve cerrados
Sin lagrimas ni sonrisas igual de fría como una Monalisa
He perdido la esperanza
Por tanto esperar no
esperar volver a nada
Mas he olvidado cual sea
una añoranza viva en mí
Mi pensamiento, mi
espíritu sin sentido, mi alma
Tan llena de cicatrices
por las heridas del destino
Ha endurecido la
superficie
Ahogada en su propio río
de lágrimas incoloras
Superficie que ha formado cayó
sin cavidad porosa
Acumulando células muertas
para soportar
Hasta el más duro camino que por añadidura encontrará
Sin lastimar el suave y
delicado interior
Que aunque poca vida
conserva, la mantiene con fervor
Aprendí a no sentir
lástima por la inferioridad
De un ser imperfecto o
defectuoso
Cautivador ante la
sorpresa que causa al prójimo bisoño
He roto el espejo donde
hallo mi reflejo
Subordinado fulgor cuya
compasión aprendí a no sentir…
Sagrario
de Carlo
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